viernes, 6 de octubre de 2006

café sin azucar

Estoy sentado en la cafetería que no acostumbro visitar; esperando la hora indicada para ver el film que habla de mi sueño de cambiar el mundo. El ambiente es perfecto, el olor a café, el tabaco que fuma el señor que está a mi lado con su pipa de caoba, la sensación cálida en estos días de lluvia. La mesera me entrega la carta; ojeo el contenido pero nada me convence. Sigo fascinado con la música; el sonido interno de la estancia. Me limito a pedir un café americano. Espero... Y mientras espero; espero a la mujer que se que no llegara, pero aun así la espero; por que mi corazón no puede mas que esperarla, y seguirla queriendo en secreto. Ahora la música termina. La desesperación me inunda. La idea de pensar que estuvo, pero que ya no esta, o peor aun pensar que esta con alguien mas. Dónde está? Con quién está? Qué está haciendo? Son preguntas que me hago y que no sabré, por que no me atrevo a llamarla. Mi café llega; con ese olor característico del tostado de la sierra de Veracruz. Su aroma me envuelve. Sorbo un poco y su sabor amargo que no entiendo por que me gusta; me inunda la boca. La visión de la chica regresa y se acelera mi pulso. Me cuesta trabajo respirar, pero no es mi asma la que lo ocasiona, sino su ausencia. Lo tuve todo; sus besos, sus caricias, sus abrazos, sus miradas y su sexo; ahora no tengo nada, ya no me llama, ya no me escribe; tal vez ni siquiera me extraña, se llevo mi vida, mis ganas, el sabor de mis comidas, el olor de las flores, ya no disfruto los sabores ni los días de lluvia, los pasteles de fresa ya no saben a nada, las frutas ya no tienen ese sabor excitante, los deseos de besos y sexo que ya no percibo. Y aquí sentado en la cafetería que no acostumbro visitar, solo hay una cosa que percibo, el sabor del café sin azúcar que es como ella me lo enseño a tomar.

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