sábado, 27 de junio de 2009

Entre clavos y aserrín


Cerca de mi casa hay una maderería, casi no paso por ahí, de hecho hace años que no pasaba por ahí, pero hoy en la mañana camino al mercado, me fui por la ruta de la maderería justo cuando estaba llegando la madera del aserradero.

Me encanta como huelen las madererías, como huele la madera cuando la cortan, ese olor entre madera y madera quemada, y gente trabajando, y aserrín, y los ricitos esos de madera que están siempre tirados por todo el piso. Me gusta ver a los señores cortando, lijando, desbastando los trozos enormes de arboles, con sus sombreros y sus pantalones vaqueros, con su bicolor en la oreja, escuchando huapangos, con el pelo lleno de aserrín, sacando sus flexómetros y midiendo las mesas, las sillas, las puertas.

Hoy en la mañana caminaba y me detuve en la maderería a oler la madera, a escuchar los serruchos, los esmeriles, a sentir por un segundo que pudo haber pasado en otro universo, en el que yo era carpintero, y tenía un sombrero y un martillo y escuchaba huapangos, y tenía un bigote increíble, con los jeans sucios y arto aserrín en la cara y entonces me construía una silla, y una mesa y unas puertas, y era feliz, feliz todo el día entre esos olores deliciosos, poniendo clavos por aquí, quizá un par de pijas por allá, barnizando una cabecera enorme, y al final llegar a mi casa cansado, realmente cansado y dormir.

Don Chuco el carpintero sería en mi otra vida, y hablaría cantado, y tendría un par de hijos a quienes les enseñaría el oficio, una vida sencilla y feliz, una vida diferente que transcurre entre clavos y aserrín.


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3 comentarios:

Juan Cruz Mateu dijo...

Pija? Si supieras a qué se le dice así por estos lares...

Juan Cruz Mateu dijo...

Pija? Si supieras a qué se le dice así por estos lares...

Unknown dijo...

"y tendría un bigote increíble"
jajaja
suena rica esa vida de carpintero, sí.